Vilasira
Es un hotel boutique ubicado en la Carretera Los Isidros a Venta del Moro, a una hora de Valencia, por lo que es perfecto para escapadas de fin de semana. Se encuentra en una finca de finales del siglo XIX con 4 hectáreas de cultivo de viñedos, olivos y almendros. Está muy cerquita del Parque Natural de las Hoces del Cabriel, un sitio perfecto para ir a pasar el día si te alojas allí.
En la finca hay tres edificaciones diferentes para alojarse y muchos espacios y patios preciosos para pasar horas y desconectar.
La piscina
Al ir en noviembre no pudimos disfrutar de la piscina. Aún así, ver el atardecer desde esa zona con todos los viñedos alrededor también nos pareció increíble. Nos contaron que esta zona cambia mucho según la época del año; en verano todos los viñedos están verdes, después naranjas, rojizos, más marrones…
Nuestro alojamiento
Nosotros nos alojamos en la habitación Nº3 que, además de ser preciosa, tiene unas vistas a la piscina y a los viñedos espectaculares. Al abrir la puerta nos encontramos con un ambiente súper acogedor: la luz cálida de unas velas encendidas en la mesilla, un olor maravilloso, el calorcito de la calefacción, un estilo de decoración rústico pero con un toque elegante y muchos, muchos detalles. El baño era igual de bonito que todo, con una ducha súper cómoda y no faltaba de nada: gel, champú, crema, toallas, albornoces, secador…
Otras opciones de alojamiento
Si buscas un alojamiento más exclusivo o privado en Vilasira también existe la posibilidad de alojarse en suites o villas privadas.
- Suite: una habitación más grande, más especial, con chimenea, una bañera antigua…
- Villas privadas: Son casitas independientes con cocina para alojar a varias personas. Una de ellas, la villa más grande, tiene piscina y terreno privado y es la única que permite el alojamiento de niños.
Aunque lo podéis ver mejor en su WEB, el precio de las habitaciones normales ronda los 90 €/noche, la suite 180 €/noche y la villa 250 €/noche.
Zonas comunes y decoración
Cada rincón de la finca está cuidado al detalle. Si te alojas en las habitaciones puedes disfrutar de las zonas comunes del edificio principal. Hay varios espacios con sofás y mesitas para descansar, relajarse o tomar algo pero nuestro favorito fue el que hay junto a la chimenea.
Bodega y catas
En la antigua bodega han creado un espacio muy diferente para llevar a cabo catas de vino especiales a la luz de las velas y rodeados de instrumentos y maquinaria que se utilizaba antiguamente para elaborar el vino. Fue una cata sencilla de vino rosado de Bodegas Murviedro, pero para nosotros, que no somos expertos ni mucho menos, muy interesante.
Cena especial en los trullos
Antiguamente los trullos eran unos espacios rectangulares y profundos que se cubrían con tablas sobre las que se pisaba la uva. En Vilasira han recuperado estos espacios y los han habilitado manteniendo su esencia pero dándoles un rollo muy especial. Después de la cata nos prepararon una cena súper diferente, en uno de los trullos subterráneos, a la luz de las velas. En cuanto bajamos las escaleras, el neón de «Wine not?» nos conquistó.
La idea de la cena era conseguir un ambiente íntimo, por lo que eran platos fríos que ya estaban allí cuando llegamos: embutidos de Requena, tomate, quesos… Todo buenísimo y acompañado de un vino tinto de la zona.
¡Una experiencia súper diferente que nos encantó!
Restaurante
El restaurante de Vilasira es para los huéspedes y también para cualquier visitante que pase por la zona y quiera entrar a comer. Su filosofía es utilizar productos de cercanía y en la medida de lo posible nos contaron que intentan no salirse de un radio de 20km para conseguir todos los ingredientes.
Nosotros probamos su menú de dos entrantes, principal y postre (28€).
Comimos muy bien y nos gustó mucho todo.
También disfrutamos del restaurante en el desayuno, incluido con la estancia: zumo de naranja, mollete (a elegir), café o infusión y croissant de espelta.
Eventos privados
En la finca organizan eventos privados: bodas, celebraciones, catas de grupos, etc. De hecho, durante nuestra estancia vimos a varios novios que venían a ver el espacio para celebrar su boda.
Conclusión
Volveríamos, sin duda. Vilasira es uno de esos sitios en los que te sientes como en casa. Perfecto para disfrutar de la naturaleza y desconectar unos días. Además, la atención y el trato por parte del personal es maravilloso. Y la paz y el silencio que se siente allí también.